El ´blues´ de Son Oms
La segunda pista de Son Sant Joan se llevó por delante un yacimiento
CARLOS GARRIDO
Lean bien estas palabras: "¿Será posible que en la culta y progresiva Palma de Mallorca no encuentre un eco inmediato la reflexión de que va a destruirse algo entrañable? ¿Será posible que las corporaciones locales no hagan un esfuerzo por conservar para la posteridad estas reliquias? ¿Cómo vais a permitir que algo tan íntimamente ligado a vuestra historia, que es la historia anónima de todos los pueblos del Mediterráneo y de todos los humanos en definitiva, sea arrasado?".
¿A que suenan actuales? Parecen escritas para comentar cualquiera de las destrucciones patrimoniales que hemos vivido en los últimos tiempos.
Pero, no. Las pronunció en 1971 el doctor Lluís Pericot, uno de los padres de la arqueología contemporánea, con motivo de la demolición de un yacimiento talayótico de excepcional importancia, que ha pasado a la historia como Son Oms. Se hallaba donde ahora rueda la segunda pista del aeropuerto. Y el único resto testimonial que nos ha quedado, un pequeño santuario reconstruido después en otra ubicación, está sucio y abandonado.
El blues de Son Oms es una de esas canciones constantes en la historia del patrimonio mallorquín. Cuando al imperio de necesidades "urgentes" y "perentorias" se toman decisiones irreparables que pocos años después ya se lamentan. En la actualidad, la destrucción de un monumento de ese calibre hubiera generado un escándalo. En los 70, cuando se produjo, sólo algunas voces como las de Guillem Rosselló Bordoy o el doctor Pericot se hicieron sonar con tristeza. Porque ya estaba cantado.
En terrenos de la finca de Son Oms, se conocía un gran conjunto de construcciones ciclópeas. Lo más destacable era un grandioso túmulo escalonado, con una sala hipóstila (cubierta con losas sostenidas por grandes columnas) adosada. La existencia de ese inmenso talayot, con la rampa que permitía acceder hasta la cumbre, hizo pensar a los arqueólogos en una función ritual. Y fue precisamente en este yacimiento donde se empleó probablemente por primera vez la idea de un centro ceremonial o sagrado, fuera del poblado, que tenía funciones religiosas y simbólicas. Esta formulación de Rosselló Bordoy sería comprobada años más tarde por Javier Aramburu-Zabala, quien ha llegado a reconstruir la red de poblados y centros ceremoniales de la mayor parte de Mallorca.
Son Oms contaba además con un extraño edificio, conocido como "el laberinto", un talayot de planta circular, y un santuario. Cerca existía también una zona de enterramientos.
La investigación científica de este enclave quedó brutalmente alterada al saberse que por allí debía transcurrir la nueva pista del aeropuerto. Para salvar lo posible, se aceleraron las excavaciones. Y se produjo entonces un descubrimiento sensacional. Bajo las paredes del gran talayot escalonado apareció una doble naveta, de época más antigua. Con ello quedaba demostrado que la zona tuvo una importancia sagrada durante siglos, como solar ritual y funerario.
Presionados por la amenaza del derribo, los arqueólogos intentaron salvar el máximo posible de un monumento que, para mayor sarcasmo, era monumento histórico-artístico desde 1963. Tras finalizar las excavaciones, probaron el uso de grúas para levantar las losas de la naveta, que se rompían en pedazos. Apurados por el paso del tiempo, solicitando prórrogas, sólo pudieron reconstruir un santuario de la época talayótica final. Lo demás pasó a la historia negra del patrimonio.
Son Oms es hoy solamente una cita de libro, una maqueta, o un triste recinto de santuario abandonado a su suerte en el parterre del desvío desde el aeropuerto a Santanyí.
Se merecía algo mejor.
Diario de Mallorca, 29 de enero de 2005.
CARLOS GARRIDO
Lean bien estas palabras: "¿Será posible que en la culta y progresiva Palma de Mallorca no encuentre un eco inmediato la reflexión de que va a destruirse algo entrañable? ¿Será posible que las corporaciones locales no hagan un esfuerzo por conservar para la posteridad estas reliquias? ¿Cómo vais a permitir que algo tan íntimamente ligado a vuestra historia, que es la historia anónima de todos los pueblos del Mediterráneo y de todos los humanos en definitiva, sea arrasado?".
¿A que suenan actuales? Parecen escritas para comentar cualquiera de las destrucciones patrimoniales que hemos vivido en los últimos tiempos.
Pero, no. Las pronunció en 1971 el doctor Lluís Pericot, uno de los padres de la arqueología contemporánea, con motivo de la demolición de un yacimiento talayótico de excepcional importancia, que ha pasado a la historia como Son Oms. Se hallaba donde ahora rueda la segunda pista del aeropuerto. Y el único resto testimonial que nos ha quedado, un pequeño santuario reconstruido después en otra ubicación, está sucio y abandonado.
El blues de Son Oms es una de esas canciones constantes en la historia del patrimonio mallorquín. Cuando al imperio de necesidades "urgentes" y "perentorias" se toman decisiones irreparables que pocos años después ya se lamentan. En la actualidad, la destrucción de un monumento de ese calibre hubiera generado un escándalo. En los 70, cuando se produjo, sólo algunas voces como las de Guillem Rosselló Bordoy o el doctor Pericot se hicieron sonar con tristeza. Porque ya estaba cantado.
En terrenos de la finca de Son Oms, se conocía un gran conjunto de construcciones ciclópeas. Lo más destacable era un grandioso túmulo escalonado, con una sala hipóstila (cubierta con losas sostenidas por grandes columnas) adosada. La existencia de ese inmenso talayot, con la rampa que permitía acceder hasta la cumbre, hizo pensar a los arqueólogos en una función ritual. Y fue precisamente en este yacimiento donde se empleó probablemente por primera vez la idea de un centro ceremonial o sagrado, fuera del poblado, que tenía funciones religiosas y simbólicas. Esta formulación de Rosselló Bordoy sería comprobada años más tarde por Javier Aramburu-Zabala, quien ha llegado a reconstruir la red de poblados y centros ceremoniales de la mayor parte de Mallorca.
Son Oms contaba además con un extraño edificio, conocido como "el laberinto", un talayot de planta circular, y un santuario. Cerca existía también una zona de enterramientos.
La investigación científica de este enclave quedó brutalmente alterada al saberse que por allí debía transcurrir la nueva pista del aeropuerto. Para salvar lo posible, se aceleraron las excavaciones. Y se produjo entonces un descubrimiento sensacional. Bajo las paredes del gran talayot escalonado apareció una doble naveta, de época más antigua. Con ello quedaba demostrado que la zona tuvo una importancia sagrada durante siglos, como solar ritual y funerario.
Presionados por la amenaza del derribo, los arqueólogos intentaron salvar el máximo posible de un monumento que, para mayor sarcasmo, era monumento histórico-artístico desde 1963. Tras finalizar las excavaciones, probaron el uso de grúas para levantar las losas de la naveta, que se rompían en pedazos. Apurados por el paso del tiempo, solicitando prórrogas, sólo pudieron reconstruir un santuario de la época talayótica final. Lo demás pasó a la historia negra del patrimonio.
Son Oms es hoy solamente una cita de libro, una maqueta, o un triste recinto de santuario abandonado a su suerte en el parterre del desvío desde el aeropuerto a Santanyí.
Se merecía algo mejor.
Diario de Mallorca, 29 de enero de 2005.
2 comentarios
Domingo Hernández -
Toni M. Jover -