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Condenado a catorce años de cárcel un «brujo» guineano por violar a una menor

Utilizó sus presuntos poderes «paranormales» para abusar durante ocho años de una joven en Palma


EMILIO LÓPEZ VERDÚ
Un ciudadano guineano que se atribuye poderes de vidente ha sido condenado a catorce años de prisión por un delito continuado de agresión sexual durante más de ocho años cometida sobre la hija de una de sus «clientas». El comienzo de esta historia se remonta a 1991, cuando el condenado llegó a Mallorca procedente de Guinea Ecuatorial y entre sus compatriotas se propagó la noticia de que tenía poderes de vidente, por lo que comenzó a recibir frecuentes visitas de los guineanos que vivían en Palma para que les transmitiera buena suerte en los estudios, en el trabajo, en la salud o en sus asuntos económicos.

Una de las visitantes de la casa era una madre que solía dejar algunas noches a la semana a su hija de ocho años en el domicilio del acusado, puesto que trabajaba en el turno de noche de un hospital como enfermera y no podía encargarse de su cuidado. En esas ausencias, P.A.B.B. la agredió sexualmente de manera continuada hasta que la menor cumplió los 15 años de edad. Según explica la sentencia, el hombre utilizaba su condición de vidente para asustar a la pequeña, advirtiéndole que si no accedía a sus deseos su familia podría sufrir múltiples males derivados de sus poderes «mágicos».

Años más tarde, y tras un intervalo en el que había abandonado la Isla, regresó a casa de su prima en Palma y volvió a trabajar de «brujo», recibiendo nuevas visitas que requerían sus servicios. Entre ellas se encontraba la madre de la joven víctima y ésta, que por entonces contaba ya con 16 años. En una de estas visitas, y con la excusa de que la menor debía quedarse toda la noche para hacerle un conjuro, el acusado reanudó las relaciones sexuales con la menor, con quien tuvo una hija en junio de 2001.

Al margen de estos abusos, P.A.B.B. también había sido condenado en principio por dos delitos de estupro cometidos sobre las primas de la principal víctima. En este caso, el supuesto curandero logró convencerlas para quedarse a solas con él durante una noche entera en la casa. A cambio de quitarles el mal de ojo, las metió por separado en una habitación e intentó introducirles un huevo de gallina por la vagina. Al no conseguirlo, y para facilitar el «conjuro», las penetró vaginalmente.

P.A.B.B. fue condenado a dos años por estos delitos, aunque posteriormente la magistrada anuló dicha condena al entender que los delitos de estupro habían prescrito, puesto que tuvieron lugar en 1992 y no fueron denunciados hasta el año 2001, cumpliéndose así el plazo de cinco años en el que deberían haber sido puestos en conocimiento de las autoridades.
Diario Última Hora, 18 de marzo de 2005.

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