El derrumbe en Son Matge obligará a modificar el proyecto de excavación
Los expertos hallaron intacto el muro talayótico, y el depósito arqueológico, aunque muy afectado, se conserva
MARIANA DÍAZ
Los expertos en arqueología y prehistoria de la Universitat de les Illes Balears (UIB) visitaron ayer el yacimiento de Son Matge (Valldemossa), -sobre el que la pasada semana se desprendió una gran roca-, junto a Bartomeu Vicens, conseller de Territori; Joan Mas, director insular de Patrimoni Històric, y los técnicos del CIM. A primera vista, el derrumbe obligará a cambiar el proyecto científico de excavación previsto por los doctores Josep Ensenyat y Víctor Guerrero para los próximos meses, quienes elaborarán para el Consell un informe sobre el estado actual del yacimiento y sus necesidades más urgentes.
Josep Ensenyat, que excavó en Son Matge en 1999 junto a Willian Waldren, dijo ayer que «la parte talayótica que había sido excavada está intacta». Según explicó, el yacimiento se divide en tres zonas, occidental, central y oriental. En la primera hay un muro talayótico que ha salido indemne del derrumbe; la central, donde los hallazgos más antiguos se datan en el pretalayótico, «es la parte más afectada, era una zona de taller, donde se habían encontrado restos de la introducción de la industria metalúrgica». Y es la delimitación arqueológica donde se llevaron a cabo las distintas campañas de excavación.
El bloque más grande de roca cayó en la oriental. Allí, «la piedra ha formado como una especie de covacho que protege el depósito de material», comentó Ensenyat, lo que es una buena noticia para los expertos. La secuencia estratigráfica de ocupación del yacimiento es completa en esta parte oriental, donde los arqueólogos habían excavado hasta 4,30 metros de profundidad en el pasado. Pero comenzar a investigar de nuevo en ella resultaría difícil «para trabajar debajo del bloque de piedra ya que las que han caído tardarán en asentarse». Para que lo hagan completamente tendrán que pasar un par de años.
Si los arqueólogos pensaban volver a Son Matge y comenzar a excavar desde el centro hacia oriente, ahora, tras el desprendimiento y la nueva ubicación de las rocas caídas, deberán hacerlo al revés, es decir, irán al encuentro del depósito arqueológico que, "aunque afectado, se conserva y no quedó completamente sepultado".
Ensenyat también comentó que en la ladera de la montaña en la que se encuentra Son Matge, enclavado en un abrigo natural de la roca, "hubo otros desprendimientos a lo largo de miles de años" que van produciendo un efecto dominó. Se trata una zona calcárea cuyas rocas tienden a agrietarse.
Aunque la explicación final del porqué tuvo lugar el derrumbre la darán los geólogos, Ensenyat apuntó una teoría que la pasada semana lanzaba en este diario un arqueólogo sobre que el agua entra en las grietas, se hiela, se expande, y presiona. Las nieves, el frío y las lluvias de las últimas semanas pudieron ser la causa del desastre. Las rocas, a su paso, se llevaron por delante toneladas de tierra y las encinas del monte, que arrancaron de cuajo. Una de las piedras ha llegado al camino, incomunicando a los vecinos de las casas cercanas.
Diario Última Hora, 16 de febrero de 2005.
MARIANA DÍAZ
Los expertos en arqueología y prehistoria de la Universitat de les Illes Balears (UIB) visitaron ayer el yacimiento de Son Matge (Valldemossa), -sobre el que la pasada semana se desprendió una gran roca-, junto a Bartomeu Vicens, conseller de Territori; Joan Mas, director insular de Patrimoni Històric, y los técnicos del CIM. A primera vista, el derrumbe obligará a cambiar el proyecto científico de excavación previsto por los doctores Josep Ensenyat y Víctor Guerrero para los próximos meses, quienes elaborarán para el Consell un informe sobre el estado actual del yacimiento y sus necesidades más urgentes.
Josep Ensenyat, que excavó en Son Matge en 1999 junto a Willian Waldren, dijo ayer que «la parte talayótica que había sido excavada está intacta». Según explicó, el yacimiento se divide en tres zonas, occidental, central y oriental. En la primera hay un muro talayótico que ha salido indemne del derrumbe; la central, donde los hallazgos más antiguos se datan en el pretalayótico, «es la parte más afectada, era una zona de taller, donde se habían encontrado restos de la introducción de la industria metalúrgica». Y es la delimitación arqueológica donde se llevaron a cabo las distintas campañas de excavación.
El bloque más grande de roca cayó en la oriental. Allí, «la piedra ha formado como una especie de covacho que protege el depósito de material», comentó Ensenyat, lo que es una buena noticia para los expertos. La secuencia estratigráfica de ocupación del yacimiento es completa en esta parte oriental, donde los arqueólogos habían excavado hasta 4,30 metros de profundidad en el pasado. Pero comenzar a investigar de nuevo en ella resultaría difícil «para trabajar debajo del bloque de piedra ya que las que han caído tardarán en asentarse». Para que lo hagan completamente tendrán que pasar un par de años.
Si los arqueólogos pensaban volver a Son Matge y comenzar a excavar desde el centro hacia oriente, ahora, tras el desprendimiento y la nueva ubicación de las rocas caídas, deberán hacerlo al revés, es decir, irán al encuentro del depósito arqueológico que, "aunque afectado, se conserva y no quedó completamente sepultado".
Ensenyat también comentó que en la ladera de la montaña en la que se encuentra Son Matge, enclavado en un abrigo natural de la roca, "hubo otros desprendimientos a lo largo de miles de años" que van produciendo un efecto dominó. Se trata una zona calcárea cuyas rocas tienden a agrietarse.
Aunque la explicación final del porqué tuvo lugar el derrumbre la darán los geólogos, Ensenyat apuntó una teoría que la pasada semana lanzaba en este diario un arqueólogo sobre que el agua entra en las grietas, se hiela, se expande, y presiona. Las nieves, el frío y las lluvias de las últimas semanas pudieron ser la causa del desastre. Las rocas, a su paso, se llevaron por delante toneladas de tierra y las encinas del monte, que arrancaron de cuajo. Una de las piedras ha llegado al camino, incomunicando a los vecinos de las casas cercanas.
Diario Última Hora, 16 de febrero de 2005.
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