Los arqueólogos certifican la destrucción del yacimiento de Son Matge
Expertos del Consell, la UIB y el Museu de Deià evaluaron ayer los daños ocasionados en el yacimiento arqueológico, después de que fuera sepultado por un derrumbe de piedras
GABRIEL RODAS. PALMA.
Se suponía que podía estar gravemente afectado, pero se desconocía que el grado de destrucción fuera tan grande. El de Son Matge, en Valldemossa, uno de los yacimientos fundamentales de la arqueología mallorquina, al conservar una completa secuencia estratigráfica desde los primeros poblamientos hasta los tiempos romanos, prácticamente ha desaparecido después de que una avalancha de toneladas de piedra, provocada, al parecer, por el efecto de las lluvias y el frío, lo arrasara y sepultara en la madrugada del pasado miércoles.
"Más de un 75 por ciento de su superficie" ha quedado destruida y los daños son "casi irreparables", explicaron ayer en Son Matge el profesor de la UIB, Victor Guerrero, y el arqueólogo del Museu de Deià Pep Ensenyat, el último colaborador del arqueólogo norteamericano William Waldren, quien descubrió este yacimiento en 1968, al adentrarse en un secret o escondrijo de contrabandistas. Gracias a sus investigaciones, que se prolongaron hasta 1975 al frente de un equipo codirigido por Guillem Rosselló Bordoy, los orígenes de la presencia humana en Mallorca quedaron establecidos de una forma clara.
El alúd de piedras únicamente ha dejado a salvo una reducida zona del abrigo rocoso, la cual ya había arrojado a la luz toda la información. La parte más afectada, la oriental, todavía no estaba agotada, podía suministrar más datos, y en ella tenían previsto excavar de nuevo, seis años después, Ensenyat y Guerrero.
"Viendo cómo ha quedado se le pone a uno mal cuerpo", confesó Pep Ensenyat mientras visitaba las ruinas de lo que un día fue el libro en el que se leyó la prehistoria mallorquina, toda una referencia para los investigadores, que encontraron en su momento coprolitos, huesos y cuernos de Myotragus Balearicus -el antilopino autóctono de Balears-, una figurilla denominada la Dama de Son Matge (puede contemplarse en el Museu de Mallorca) y decenas de objetos del periodo talayótico y romano.
"Los niveles más antiguos de la zona oriental -los que quedan al otro lado de la Capilla, denominada así por su probable función cultual-, no han quedado tan afectados porque la caída de una roca enorme ha formado una especie de covacha. Pero trabajar aquí, que es donde queríamos hacerlo, sería muy complicado, habría que jugarse la vida, con todas estas rocas tan inestables, que pueden bascular en cualquier momento y provocar otro derrumbe, y esta tierra tan movediza", señaló Ensenyat.
"Ésa era la parte más importante que quedaba por excavar", se lamentó Victor Guerrero, para quien sólo resta una solución. "Esperar que estos bloques de tierra y piedras se asienten y, desde la parte más oriental del abrigo, ir a buscar los niveles más antiguos del yacimiento arqueológico".
Diario de Mallorca, 16 de febrero de 2005.
GABRIEL RODAS. PALMA.
Se suponía que podía estar gravemente afectado, pero se desconocía que el grado de destrucción fuera tan grande. El de Son Matge, en Valldemossa, uno de los yacimientos fundamentales de la arqueología mallorquina, al conservar una completa secuencia estratigráfica desde los primeros poblamientos hasta los tiempos romanos, prácticamente ha desaparecido después de que una avalancha de toneladas de piedra, provocada, al parecer, por el efecto de las lluvias y el frío, lo arrasara y sepultara en la madrugada del pasado miércoles.
"Más de un 75 por ciento de su superficie" ha quedado destruida y los daños son "casi irreparables", explicaron ayer en Son Matge el profesor de la UIB, Victor Guerrero, y el arqueólogo del Museu de Deià Pep Ensenyat, el último colaborador del arqueólogo norteamericano William Waldren, quien descubrió este yacimiento en 1968, al adentrarse en un secret o escondrijo de contrabandistas. Gracias a sus investigaciones, que se prolongaron hasta 1975 al frente de un equipo codirigido por Guillem Rosselló Bordoy, los orígenes de la presencia humana en Mallorca quedaron establecidos de una forma clara.
El alúd de piedras únicamente ha dejado a salvo una reducida zona del abrigo rocoso, la cual ya había arrojado a la luz toda la información. La parte más afectada, la oriental, todavía no estaba agotada, podía suministrar más datos, y en ella tenían previsto excavar de nuevo, seis años después, Ensenyat y Guerrero.
"Viendo cómo ha quedado se le pone a uno mal cuerpo", confesó Pep Ensenyat mientras visitaba las ruinas de lo que un día fue el libro en el que se leyó la prehistoria mallorquina, toda una referencia para los investigadores, que encontraron en su momento coprolitos, huesos y cuernos de Myotragus Balearicus -el antilopino autóctono de Balears-, una figurilla denominada la Dama de Son Matge (puede contemplarse en el Museu de Mallorca) y decenas de objetos del periodo talayótico y romano.
"Los niveles más antiguos de la zona oriental -los que quedan al otro lado de la Capilla, denominada así por su probable función cultual-, no han quedado tan afectados porque la caída de una roca enorme ha formado una especie de covacha. Pero trabajar aquí, que es donde queríamos hacerlo, sería muy complicado, habría que jugarse la vida, con todas estas rocas tan inestables, que pueden bascular en cualquier momento y provocar otro derrumbe, y esta tierra tan movediza", señaló Ensenyat.
"Ésa era la parte más importante que quedaba por excavar", se lamentó Victor Guerrero, para quien sólo resta una solución. "Esperar que estos bloques de tierra y piedras se asienten y, desde la parte más oriental del abrigo, ir a buscar los niveles más antiguos del yacimiento arqueológico".
Diario de Mallorca, 16 de febrero de 2005.
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